martes, 17 de noviembre de 2009

Origen del ganado bovino


origen del ganado bivino


El ganado bovino actual proviene del uro salvaje, animal de gran talla y poderosos cuernos que existió desde tiempos inmemoriales en casi todos los continentes y que desapareció en 1627 con la muerte del último ejemplar.

La domesticación de los uros había comenzado alrededor de ocho mil años atrás, primeramente en la India, donde hasta hoy consideran a las vacas animales sagrados.

Si los uros salvajes prácticamente no experimentaron cambios durante milenios, no se puede decir lo mismo de los domésticos. Mediante la selección en distintos continentes y según las condiciones naturales, se fueron formando las variedades de ganado bovino más cómodas y útiles para el hombre.

Las cuatro subespecies básicas existentes son: ganado europeo estepario y de llanura, de cuernos largos; ganado europeo de zonas boscosas y de montañas, de cuernos cortos; el ganado centroasiático; y el ganado sudasiático y norafricano: el cebú.

Entre ellos hay notorias diferencias y todas ellas se distinguen por sus antepasados. Por ejemplo, hace dos mil años las vacas eran de una talla notablemente mayor, por lo que se les ordeñaba de pie y no de rodillas o sentados en una banqueta.

Pero también hubo épocas de vacas pequeñas; por ejemplo, en el siglo XVIII en algunos países europeos el ganado adulto no superaba la talla y el peso de un ternero actual, y su producción de leche apenas alcanzaba para alimentar a las crías.

Los cruzamientos produjeron una revolución en la ganadería. Como resultado de este trabajo, hasta la fecha se han seleccionado más de mil razas de ganado bovino. Una vaca corriente actual da entre 15 y 20 kilogramos de leche por día; las mejores, dan tres a cuatro veces más. Y esto entre 280 a 320 días al año.

Las vacas de las principales razas a la edad de 3-4 años alcanzan un peso de 500-600 kilogramos y algunas llegan a mil. Su etapa de producción lechera funciona durante 12-13 años de su vida de 20.

Su olfato es menos desarrollado que el de otros animales, pero suficiente para reconocer a su ternero entre mil. Antes de comenzar a pastar, la vaca olfatea la tierra y se niega a comer si descubre restos de abonos minerales en ella.

Se equivocan quienes creen que la sal común es el manjar más apetecido por las vacas. Como todos los herbívoros, lame ansiosamente la sal cuando siente su falta en el organismo, pero si se le da a escoger entre lo salado, ácido, amargo y dulce, preferirá este último sabor.

Pese a que entre las vacas lecheras no se realizan competiciones, las mejores son conocidas por los especialistas de todo el mundo. Entre ellas está la recordista mundial cubana Ubre Blanca, que en 305 días de tercera lactancia dio 24 mil 268 kg de leche de 3,8 por ciento de grasa (992,21 kg de grasa láctea). El rendimiento diario promedio con tres ordeños fue de 110,9 kg. Ubre Blanca descendía de un semental Holstein de selección local y de una vaca mestiza

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